martes, 17 de noviembre de 2009

RELATO. Mi Diario. Por Lucifer, el Angel Caído.



CAPITULO 1.
SÁBADO

Chupitos de Whisky con Coñac de garrafón, siempre digo que es lo mejor para empezar a trabajar, me ayuda a estar inspirado.
También te da un pequeño "empujoncito" el ambiente donde lo tomes, como por ejemplo este local. No lo conozco, o por lo menos no recuerdo frecuentarlo.
Es curioso como la memoria te juega malas pasadas, debe ser la edad ¿Sabes?, a veces tiendes a desechar los recuerdos en sí, pero retienes las sensaciones. Este tugurio por ejemplo... me trae a la cabeza un café que visitaba a veces en Tánger (allí realicé algunos de mis "transacciones" mas interesantes y, por que no, mas divertidas.), sin embargo aunque tienen ambientes parecidos, no guardan semejanzas estéticas.

El local es pequeño y acogedor, en la pared comparten espacio las fotos típicas de lugares rurales con los carteles psicodélicos de las marcas que suministran cerveza al dueño.
El resto del lugar parece decorado a base de madera al estilo rústico y sobrio, junto al cual desentonan una enorme mesa de billar americano (siempre opiné que eso no es auténtico billar) y tres ordenadores conectados a la red, que me hacen sentir cuanto menos incómodo. El decorador tiene buena voluntad, pero poco gusto.

Pido otro chupito. Mi vecina de barra transforma su rostro en una mueca de asco mal disimulado cuando se percata de los ingredientes, que cinismo de parte de alguien capaz de combinar vino y cola. La música de los M-Clan sube de volumen, y cuando el refrescante fuego baja por mi garganta hace que comprenda perfectamente su música.
La canción habla de alguien que es capaz de desechar grandes sueños por pasar una noche con una mujer. Que razón tiene el cantante, todo ser vivo tiende a desear algo fuertemente durante al menos una vez en su vida, pero en el caso de los mortales, la cosa suele ser mas complicada. Los anhelos de cada persona son sorprendentemente distintos entre sí.

Miro a mi alrededor, y localizo a mi próximo comprador, un joven de unos 20 años, con una incipiente calvicie precoz (y una también incipiente barriga), con un gusto pésimo en el vestir, y bastante ebrio.
Repito la operación que tantas veces he realizado a lo largo de mi "carrera". Miro a sus ojos, un solo instante y desde lejos, pero es suficiente, siempre es suficiente.
Otro deseo estúpido, pero que seguramente lo es todo para el.

- Mejorar mi físico - Pronuncio en voz alta, casi sin darme cuenta.

Mi vecina no se ha dado cuenta, está mas atenta a un tipejo que tiene intenciones de violarla en su propio portal. Esta vez soy yo el que no puede reprimir una expresión de repugnancia, me digo a mi mismo que mas tarde le ajustaré las cuentas al "Casannova".
Me levanto lentamente de mi asiento, y despego mi brazo de la barra (¿No se inventó la bayeta hace unos 900 años?). Mientras me dirijo al chico que quiere pasar de calabaza a carroza real, la voz que vive dentro de mi oído izquierdo me susurra su nombre, muy dulcemente.

- Julio machote, ¿Como lo llevas? - Le saludo. Su respuesta es una sonrisa estúpida, y un balbuceo intraducible. Ahora sonrío yo, cree conocerme (como todos).

- Ven que te invito a un chupito. - Respondo yo, y le acompaño (mas bien le sostengo) hacia la barra.
Le pido al camarero dos de mi veneno favorito. La primera parte ya está hecha, ahora viene lo difícil.

- Bébetelo de un trago, se llama "Fuego infernal" ¿Sabes?- Y comienzo a reír, y no precisamente por que la cara que pone sea graciosa (que lo es).

Tres horas después me despido de mi nuevo amigo, y de todo su grupito de parásitos. Esta noche me llevo experiencia ganada, una buena piedra de hachís (que gente tan generosa), los teléfonos de dos busconas, y por supuesto, el Alma del chico.

Mientras vagabundeo un rato por la noche, y rastreo los pasos de otra presa bien diferente, enciendo un cigarrillo.
Me digo que el trabajo de esta noche a sido muy fácil, pero también que últimamente todos resultan serlo. Resulta deprimente.
El pobre chico era un saco sin fondo lleno de complejos, y miedos hacia las mujeres. Un infeliz que pensaba que transformándose en un atractivo Ken, encontraría a su Barbie, y que su vida personal y sexual mejoraría. Yo le ofrecí algo parecido: Autoconfianza, labia, sentido del humor, etc... Hice que sus conocidas descubrieran en el un atractivo morboso que nunca antes percibieron.
Después de todos estos años, sigue sorprendiéndome el numero de tipos que cambian algo tan valioso como su Alma, por simple sexo.

La segunda caza de la noche ha concluido, llego a un portal cerca del hospital de la ciudad, sumido en la oscuridad. Todo el lugar emana un embriagador olor a desprecio y lujuria.
Nada mas entrar, el olor se hace mas fuerte, y localizo en el acto a mi amigo, el "Casannova" del local. Tiene los pantalones a la altura de los tobillos, y una ridícula expresión de asombro.
Mi compañera de barra está inconsciente en el frío suelo de mármol, me quedo unos segundos observándola, lo justo para dar tiempo a vestirse al tipejo.
Para cuando encuentra el cuchillo escondido en su bota, yo ya he agarrado su brazo, y empiezo a retorcerlo. Me mira a los ojos con terror (¿Me conoces verdad?).

- ¿Por que tú? - Me dice el tipejo, y comienza a gruñir histéricamente.

Los siguientes minutos fueron un tanto confusos. Yo le golpeaba sin prisa, pero sin descanso, y a cada golpe que le propinaba mi sonrisa se hacia mas grande, mas sincera.
Me lleno de satisfacción el sonido de sus costillas rompiéndose bajo mis puños, y su mirada llena de patética sorpresa cuando partí su cráneo en dos.
Después me fui, sin despedirme de la inconsciente muchacha. Desandé tranquilamente mis pasos, notando que no quedaba rastro de mi anterior depresión.
Comienzo a liarme un porro, y paseo un rato mas por las calles, esperando el amanecer. Me sorprendo a mi mismo pensando en el "Casannova", y en su pregunta.
¿Por que yo? Es fácil. Puedo ser Lucifer, pero no soy tan cabrón como para dejarte destrozar Almas. Después de todo, yo negocio con ellas.

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